"Ama cuando menos se merezca, porque es cuando más se necesita"

martes, 21 de febrero de 2012

No te rindas

¿Cuántas situaciones se han dado en las que has visto a una persona importante para ti pasando por una situación dolorosa? ¿Reconoces ese sentimiento? ¿Has experimentado malestar por no poder ayudar? Si la respuesta es positiva, no estás ante un caso aislado, la mayoría de las personas se sienten mal cuando ven sufrir a quienes aprecian, y los síntomas pueden ser semejantes a los que se experimentan durante la ansiedad: molestias en el estómago, nerviosismo, incapacidad para concentrarse, tensión muscular, etc.

Sin embargo, el hecho de que sea algo común no significa que debamos dejar que estos sentimientos se apoderen de nosotros. El primer paso está en ser capaces de reconocer la situación y ser conscientes de que es la persona que se encuentra a nuestro lado la que de verdad está sufriendo. Desde un punto de vista egoísta, queremos que la persona con la que nos encontramos se encuentre bien para hacer desaparecer nuestro malestar al verla mal. Desde un punto de vista altruista, sufrimos porque nos ponemos en su lugar. Entonces, ¿estamos atrapados en una espiral de dolor? La respuesta es NO. Porque somos seres racionales, además de emocionales, y por ello tenemos la capacidad de observar la situación y llegar a la conclusión de que, en primer lugar, no podemos resolver los problemas de todo el mundo, ni siquiera los psicólogos podemos, pues en determinadas ocasiones nos vemos en la situación de tener que derivar a un paciente porque consideramos que otros profesionales mejor formados en ese ámbito concreto, pueden proporcionar una ayuda más adecuada al caso con mayor probabilidad de éxito. En segundo lugar, cuando reconozcamos esta espiral de emociones podemos llegar a la conclusión (racionalizar) de que es un camino que no lleva a nada, e intentar simplemente escuchar y estar al lado de la persona que lo necesita, aportando un hombro en el que apoyarse y desahogarse porque, aunque nos parezca poco, la tan cansina espiral no nos deja ver que, a veces, es lo único necesario.

Por otro lado, el hecho de conocer bien a la persona que está sufriendo nos puede dar una gran variedad de opciones a la hora de actuar. Por ejemplo, hay personas que lo que necesitan es desahogarse y después simplemente escapar de la dichosa espiral. Esto puede lograrse sacando a coalición algún suceso gracioso que ha pasado recientemente o incluso atrás en el tiempo, o cualquier otro elemento que sepamos que puede sacar una sonrisa a esa persona. Hay ocasiones en las que ese pequeño detalle vale más que cualquier gesto del mundo.

En conclusión, no dejemos que el oleaje que provoca la tormenta nos hunda hasta el fondo del mar, somos capaces de flotar y ver la orilla, y no sólo eso, sino que, si queremos, somos capaces de hacer brillar el Sol. Todo está en ti, porque puedes, porque siempre has podido y porque siempre podrás. Nunca te rindas, porque el error no está en fallar, sino en dejar la situación por imposible (de este modo se produce un reforzamiento ante el hecho de rendirse y se generalizará a otras situaciones). Si sigues sobreponiéndote a los fallos, una y otra vez, al final lo conseguirás. Si te propones escucharte e intentar comprender de dónde proceden tus miedos y emociones del momento, sabrás qué hacer, porque entenderás.

Gracias por dedicar unos minutos de vuestro tiempo a leer mi entrada y a pasaros por mi humilde rinconcito. Espero haberos podido aportar algo, aunque sea ínfimo. 

Saludos.